sábado, 28 de mayo de 2011

CAPITULO 31

Habían pasado varios meses desde su primera aparición en directo, y gracias a ello Alberto empezó a ser conocido. Le gustaba que le reconocieran por la calle, le pidieran fotos y autógrafos, pero, en el fondo, ese estilo de vida no le iba. Aunque le cogió el gusto a eso de salir por la televisión, le seguía incomodando de cierta manera, quizá porque al ser ya un personaje público, todo el mundo le miraba con lupa, se fijaban hasta en los más ínfimos detalles de su vida. Alberto recelaba de todo ello. Quería preservar su intimidad. ¿A quién le importaba dónde se iba a comer el domingo o qué película iba a ver en el cine? Admitía que sus seguidores quisieran saber de y sobre él, pero todo tenía un límite. Aun así, Alberto conseguía pasar inadvertido por las páginas sensacionalistas.

- ¡Alber!

Ángel le llamaba desde la otra parte del pasillo. Con el brazo agitado sobre su cabeza, Ángel logra ser oído por su joven compañero. Ángel corre hacia él.

- Alber, he pensado una cosa, a ver qué te parece.

- Tú me dirás.

- Según me contaste el otro día, te gustó salir en directo, en la sección que nos hemos sacado de la manga para ti.

- Sí. Bueno, no es que me apasione, pero tampoco me incomoda.

- Pues mira. Dentro de unas semanas empiezan las vacaciones, y yo he pedido que me den todo el verano.

- Y tú vienes ahora a restregármelo por la cara,- responde Alberto, sarcástico.

- No, hombre, no. No es eso,- sonríe Ángel -. Me han dicho que me las conceden siempre y cuando encuentre un sustituto para todo el verano. Y había pensado en ti. Como me dijiste que…

- Para, para, para,- le interrumpe Alberto -. ¿Que les dijiste el qué?

- Que tú me podrías sustituir en verano.

- ¿Y cuándo se supone que me cojo yo mis vacaciones?

- Pues había pensado que después del verano.

- Pero… Gloria tiene vacaciones en verano. Y en septiembre tiene que volver a la universidad. ¿Cuándo podemos estar juntos? ¡Nunca!

- No te quejes, Alberto, que sois vecinos.

- Ya, pero no es lo mismo. Teníamos planeado estar unos días juntos. Sin nada de por medio.

- Alberto, por favor. Te pido este favor. Luego, si quieres, te pago un viaje de un mes a donde quieras para los dos. Pero necesito que este año me dejen el verano entero para mi. Porque tú tienes a Gloria de vecina, pero desde hace unas semanas que Fátima y yo apenas nos vemos, y quería compensarla por todo este tiempo. Por favor.

Alberto queda en silencio, meditando. Él quería cogerse unas semanas de vacaciones a primeros de agosto como muy tarde. Tenía muchos planes para él y Gloria. Pero, por otra parte, Ángel tenía razón. Era verdad que él y Fátima hacia mucho que no estaban juntos, aunque sí era verdad que se llamaban casi todos los días. Miraba a los ojos a Ángel. Realmente estaba muy necesitado. Alberto termina por agachar la cabeza.

- De acuerdo…,- responde Alberto, vencido -. Pero me debes una muy grande, ¿eh?

- ¡Gracias!,- le abraza excitado -. ¡Muchas gracias, Alber! Si necesitas algo, aquí estoy para lo que sea. Puedes pedirme cualquier cosa.

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