martes, 29 de marzo de 2011

CAPITULO 4

Alberto estaba releyendo por enésima vez lo que había escrito. Estaba bastante bien, pero tenía la sensación de que fallaba algo, que faltaba algo, pero no podía dar con ello. Tan ensimismado estaba que no pudo evitar dar un respingo cuando Ángel y Dani abrieron la puerta.

- ¿Qué tal te ha ido?,- pregunta Ángel.

Dani se acerca decidido a la mesa, como buscando algo.

- ¿Se puede saber qué te pasa, Dani?,- le pregunta su amigo, extrañado y divertido a la vez.

- Nada por la mesa...,- murmura Dani -. Nada en la papelera... Nada en el suelo... Muy bien, chaval. Me has hecho caso,- le dice a Alberto, dándole unas palmadas en la espalda -. No hay ni rastro de pañuelos de papel, lo que significa que no abriste la carpeta que te dije.

- ¿Se puede saber qué has desayunado hoy, tío?,- pregunta Ángel, riendo -. ¿Has vuelto a confundir el café con el Red Bull?,- se vuelve a Alberto -. Ya te acostumbrarás a él... Bueno, yo le conozco desde siempre y aún no me he acostumbrado, pero bueno... Veamos qué has hecho...,- se dirige al ordenador. Lee el guión que había preparado Alberto.

- Bueno... No está listo del todo...,- responde Alberto mientras Ángel lee -. Aun quedan cosas por pulir, pero si me hubiérais dejado algo más de tiempo, puede que...

- Tranquilo chaval,- le interrumpe Dani -. Si aun así, Ángel da su visto bueno, eso es que está bien tal y como está.

El silencio era terrible. Ángel estaba inmerso en su lectura, pero Alberto estaba cada vez más nervioso. Dani le rodeaba el hombro, en clara señal de que se relajara. Por fin, tras unos interminables minutos leyendo en silencio, Ángel da su veredicto.

- Alberto...,- el corazón de Alberto estaba al borde de la taquicardia -, verás... escribes muy bien, de eso no hay duda... Se nota que dominas a la perfección el teatro, el absurdo... pero...,- Ángel se interrumpe a sí mismo con una mueca de disgusto. Alberto, al verlo, siente cómo se le cae todo el mundo a sus pies, siente como si todo lo que hubiera hecho en su vida no hubiera valido para nada. Se siente decepcionado. Decepcionado con Ángel y consigo mismo -. Pero...,- continúa Ángel -, como no es lo mismo leerlo que verlo, vamos a escenificarlo,- y enciende la impresora.

miércoles, 23 de marzo de 2011

CAPITULO 3

Alberto estaba solo en el despacho. Se había sentado en la silla de Dani Mateo, viendo su ordenador y con la mente en blanco. Sí. Totalmente en blanco. Aún estaba intentando digerir que esté en Globomedia. Quería moverse, hacer reaccionar a sus neuronas, pero estaba inmóvil, como una estatua. Intentaba leer la noticia, pero no lograba pasar del titular. ¿Un sketch? ¿Hacer un sketch para Ángel Martín y Dani Mateo? Alberto empezó a tener los mismo sentimientos que cuando, semanas atrás, hizo su último examen final. Los nervios, los sudores, la mente en blanco... Pero finalmente logró aprobar. No con la nota que él esperaba, pero sí con bastante nota. Y le estaba pasando lo mismo. Veía la pregunta del examen y se quedaba en blanco, aunque esta vez no era una pregunta, sino comentar una noticia, pero se sentía igual: se sentía en un examen.

- Alberto,- se decia a sí mismo -. Reacciona, tío. Tienes que hacer un sketch para estos dos. ¡Pero es que estoy en blanco! Si me dieran un par de días, tal vez pudiera sacar algo, pero en una mañana... ¡Peor! ¡En unos minutos! Bueno, Albertote, no te estreses. Léete la noticia y haz lo que puedas.

Alberto se sacude y se pone a leer la noticia mientras juguetea con un bolígrafo entre sus dedos.

- ¡En fin! Pongámonos manos al trabajo, a ver qué podemos sacar de aquí...,- y se concentra en la pantalla del ordenador.

- ¿Qué opinas?

Ángel y Dani estaban tomándose un café en la cafetería del edificio. Ángel responde con una de sus características muecas de indiferencia.

- Si quieres mi opinión,- prosigue Dani -, yo no le veo. No. Le he visto muy tímido, muy cohibido.

- Hombre, Dani,- le interrumpe su amigo -. Ten en cuenta que el pobre chaval estaba delante de nosotros dos, que salimos todos los días por la televisión, y tenemos legiones de fans.

- Ya, pero podía haberse dejado la timidez en casa, o, por lo menos, no haberla traido toda a la entrevista.

- ¿Tú cómo estarías si pudieras hablar cara a cara con Will Ferrell?

Dani va a contestarle, pero se queda con la boca abierta, hasta que reacciona.

- Touché

- He estado revisando su currículum y, la verdad, teóricamente tiene mucho talento, pero sólo en la teoría. Por eso le hemos dejado solo en la oficina, para ver si tiene el suficiente talento como para crear un sketch digno del programa. Si se hubiera traido una copia de ese corto, lo habríamos comprobado al momento...

- Bueno, Ángel. No pasa nada, le pedimos que lo traiga mañana y ya ahí vemos si vale o no.

- Yo creo que sí vale, el muchacho. Me recuerda tanto a mí a su edad...,- Ángel se pierde en sus recuerdos. Dani chasquea los dedos delante de él.

- Ángel, vuelve. Que no es hora de dormirse.

- Perdona, Dani, pero es que se parece mucho a mí. Yo, a su edad, también era tímido. ¿Te acuerdas de nuestros casting, en la Paramount?

- ¡Pues claro!,- ríe Dani -. ¿Cómo olvidar el momento en que subiste al escenario, cogiste tu abrigo y te lo pusiste por encima? Cada vez que me acuerdo me viene a la mente la cara que puso Castella,- y vuelve a reír.

- Cabró...,- murmura Ángel, con una medio sonrisa en su rostro, disimulada con un sorbo del café.

- Bueno,- suspira Dani, mirando su reloj -. Creo que ya es hora de subir, ¿no? A ver qué ha hecho este chico.

Ángel mira su reloj.

- Yo creo que le hemos dejado poco tiempo, ¿no? ¿Y si le dejamos unos minutos más?

CAPITULO 2

- Ángel... Perdona que te moleste, tío, pero ha llegado el de la entrevista...

David indica a Alberto que entre, no sin antes darle una leve palmada en la espalda y desearle suerte con una cálida sonrisa. Al entrar Alberto, David cierra la puerta.

- Por favor, siéntate,- le indica el hombre que estaba en el despacho al tiempo que le señala una silla -. En un momento estoy contigo,- y sigue inmerso en el teclado de su ordenador.

Ese hombre era Ángel Martín, el conocido humorista que estaba alcanzando fama en el programa “Sé lo que hicísteis...” Con él, en el despacho, estaba Dani Mateo, compañero suyo en el mismo programa. Alberto se sienta en la silla, cohibido. Se sentía pequeño ante esos dos mastodontes de la comedia. Mientras esperaba, se dedicó a echar un ojo al despacho. La verdad, no era muy amplio. Lo justo para un par de mesas y dos sillas. Al mirar tras de sí, se dio cuenta de algo que le llamó la atención: no había pared, sino una gran cristalera, donde había plasmado una especie de guión.

- Bueno, pues lo dejamos así, y cuando terminemos con este chico, le echamos un ojo, ¿vale?,- oye decirle Ángel a su amigo -. Bueno... ¿Qué tal estás?,- Ángel le habla a Alberto directamente, mientras se levanta para darle la mano. Alberto, como accionado por una palanca, se levanta y le devuelve el saludo.

- Bien... Estoy bien... Algo nervioso, pero bien.

- Tranquilo, es normal...,- Ángel se sienta -. Bueno, yo soy Ángel, y él es Dani,- Dani y Alberto se saludan con otro apretón.

- Lo sé. Os veo todas las tardes,- Ángel y Dani dibujan unas tímidas sonrisas. Todos se sientan.

- Antes de nada, relájate, ¿eh? Aquí nadie se va a comer a nadie,- sonríe Ángel -. Estás aquí porque has hecho un máster de guión que organizó Globomedia, y, mira tú por dónde, el tuyo ha sido de los mejores .- Dani se agacha, aparece con una carpeta entre sus manos y saca unos papeles que entrega a su amigo. Éste los toma y los ojea -. Si no me equivoco.... tú debes de ser... Alberto Casado, ¿no?

- Sí,- silencio. Ángel ojea el trabajo del muchacho.

- Hemos visto que tienes bastante talento,- continúa hablando Dani -. Y nos gustaría ponerte a prueba por un tiempo. Y, si tienes suerte, puede que hasta te paguemos,- sonríe Dani.

- Dani,- le responde su amigo -. No le digas esas cosas al chaval que luego se asusta,- se vuelve al joven, con el guión en la mano -. No le hagas caso. Él es así, ya te acostumbrarás. Ahora en serio. Viendo tu trabajo, nos hemos dado cuenta de que eres muy bueno haciendo guiones, aunque aún tienes algún que otro fallo, pero que ya puliremos más adelante. Por ahora, te pondremos de becario, pero si nos contentas, puede que te hagamos fijo,- Alberto siente cómo se le vuelca el corazón. ¡Formar parte de Globomedia!

- Pero claro, antes tienes que superar “la entrevista”,- responde Dani, remarcando la última palabra con tono misterioso.

- Dani, por favor,- le comenta su amigo. Luego, se vuelve a Alberto -. Tranquilo, son unas simples preguntas. No pasa nada,- de repente, Ángel se para, mientras sigue observando los papeles que tenía entre sus manos -. Veo que como trabajo final de la carrera hiciste un corto. ¿Podríamos verlo?

- Verás... Es que no lo he traído conmigo,- Alberto seguía cortado, a pesar de que la conversación le liberaba poco a poco -. No sabía que tuviera que traerlo...

- No, no hacía falta, pero me gustaría echarle un ojo, si no te importa.

- Cambiando de tema,- les interrumpe Dani -, vamos a ponerte ya a prueba. Vamos a darte una noticia y queremos que nos escribas un pequeño sketch. No tiene que ser mucho, tan sólo unos segundos. Ahí ya veremos tu verdadero talento.

Dani se levanta y le indica a Alberto que se siente en su silla. Éste, aún con cierta timidez, se levanta de su silla y obedece.

- Esta es la noticia,- le dice posando su mentón en su hombro, mientras miran los dos la pantalla del ordenador -. Ahora Ángel y yo te vamos a dejar solo unos minutos. A ver a la vuelta qué se te ha ocurrido.

Dani se separa de Alberto mientras éste mira la pantalla, como hipnotizado. Dani y Ángel salen del despacho, pero Dani vuelve.

- Por cierto, si ves una carpeta que pone “Historia de la filosofía”, no la abras, so pena de muerte,- responde Dani, en tono amenazante, pero Ángel le da un codazo en el costado.

- Deja al pobre muchacho, que al final te va a tener miedo,- responde Ángel a su amigo, entre risas.

domingo, 20 de marzo de 2011

CAPITULO 1

Alberto estaba muy nervioso. Había llegado bastante pronto y se había quedado parado delante de la puerta principal de aquel inmenso edificio. Estaba cohibido. Aún no se había hecho a la idea de que le iban a hacer una entrevista en aquel lugar. “GLOBOMEDIA”. Aquellas letras que coronaban el alto del edificio le imponían sobremanera. Empezó a recordar todo lo que esa productora hizo: El Gran Juego de la Oca, El Club de la Comedia, El Informal, Splunge, Sé lo que hicisteis..., Médico de familia, Menudo es mi padre, Periodistas, Compañeros, 7 vidas, Los Serrano... Él no se veía escribiendo guiones tan grandes como aquellos. ¿Por qué demonios hizo aquel máster? El corto que grabó con dos de sus amigos no valía tanto como para que su profesor le mandara una copia a la productora.

- Acuérdate de nosotros cuando te hagas famoso,- le dijeron sus amigos, medio en broma, medio en serio, cuando se enteraron de la entrevista.

Por fin, logra entrar en el edificio y adelantarse hasta el mostrador de la recepción. Con el corazón acelerado y empezando a sudar, se presenta a la recepcionista.

- Buenas tarde,- responde Alberto, tartamudeando. La recepcionista le responde con una cálida sonrisa -. Venía a una entrevista... Me llamo Alberto Casado.

La joven teclea en el ordenador durante un momento para luego volver a vista a Alberto.

- Sí,- le responde la recepcionista -. Es en la segunda planta. Puedes coger el ascensor. Al salir, a mano derecha, al final, la segunda puerta a la izquierda.

Tras dar unas tímidas gracias, Alberto se adelanta hasta el ascensor y monta. Cuando se cierran las puerta, Alberto se apoya con todo su peso en la pared que tiene a su espalda para lanza un gran suspiro, levantando el rostro al techo y cerrando lo ojos.

- No me puedo creer aún que esté aquí,- dice para sus adentros -. Es como un sueño. No sé cómo mis piernas me siguen respondiendo. ¡Estoy hecho un auténtico flan! Seguro que la entrevista me sale como el culo. Y todo lo que me ha costado llegar hasta aquí no habrá servido para nada. Pero, ¿qué dices, Alberto? ¡Ten confianza en tí, hombre! Muchos matarían por llegar a donde tú has llegado.

Se abre la puerta del ascensor. Alberto toma aire y sale. Lo primero que ve es una amplia sala invadida por mesas y ordenadores. Varias personas se hayan inmersas tecleando. Algunos pasan a su lado ojeando papeles. Alberto trata de hablar con alguno de ellos, pero no le hacen caso. Es como si fuera invisible. No sabe a dónde tiene que ir ahora. Podría investigar por su cuenta, pero, ¿y si se equivoca de despacho? Además, ya pronto se hará la hora de la entrevista. Por fin se envalentona y decide preguntar a un joven con rastas y gafas, sentado delante de él.

- Em... Disculpa...,- le dice, cortado. El chaval le mira -. Estoy buscando...

- Dime,- le responde el joven.

- Bueno... Perdona que te moleste... Es que tenía una entrevista aquí y no sé...

- ¡Ah! Tú debes de ser el nuevo, ¿verdad?,- el joven se levanta y toma su mano enérgicamente -. ¿Cómo te llamas?

Alberto...

- Yo soy David, aunque aquí todos me conocen por mi apellido: Galindo. No te asustes por todo esto,- le responde señalando toda la sala -, pero es que nos está pillando en pleno proceso de guión, y, bueno, puede acabarse el mundo, que nosotros no nos enteraríamos,- sonríe.

- Ya...,- Alberto enseña una medio sonrisa.

- ¡Bueno! Tú tranquilo, que te acompaño al despacho,- comienza a andar. Alberto le sigue -. Esto... ¿Era Alberto?,- Alberto asiente -. Vienes por la entrevista de guionista, ¿no?,- Alberto vuelve a asentir -. Pues has de saber que aquí estamos desde primera hora con las cabezas en acción. Al ser un programa diario y en directo, pues es muy duro. Y no te asustes si hay algún mal roce entre la gente. Ya se sabe... Cosas del estrés, pero la gente, aquí, en general, es muy amistosa y divertida.

Llegan hasta una puerta. David llama. Al recibir respuesta, abre.