miércoles, 18 de mayo de 2011

CAPITULO 26

David estaba en el salón de su casa, tocando la guitarra y cantando suavemente. Estaba concentrado en lo que tocaba y cantaba. Con la partitura en el atril a un lado borraba y reescribía en la partitura con el lapicero que guardaba en su oreja.



De repente, se vuelve, como asustado.



- Tamara, me has asustado,- suspira aliviado David.



- Perdona,- sonríe tímida Tamara desde el vano de la puerta. Se acerca hasta él -. ¿Qué haces?



- Nada, una canción…,- recoge la partitura y cierra el portátil.



- ¿Me la cantas?



- Aún no está terminada.



- Por favor…,- Tamara acariciaba con su dedo la desnuda espalda de David.



- No, Tamara. No insistas,- sonríe David, tratando de deshacerse de los halagos de Tamara.



- Venga, David, no me hagas rogarte…,- el tono cada vez más dulzón de Tamara le conquistaba más, pero David era muy fuerte.



- Que no…



- Bueno, pues dime entonces qué significa esto,- y le acaricia el antebrazo formando círculos con el dedo.



- ¿Eso?,- David mira -. Un tatuaje que me hice hace poco.



- ¿Y?



- ¿Qué significa? Pues, si te he de ser sincero, no tengo ni la más mínima idea.



Risa generalizada.



- Entonces, ¿para qué te haces un tatuaje si no sabes luego lo que significa?,- ríe Tamara.



- Me gusta cómo queda. Simplemente.



- ¿Y si significa, por ejemplo, “gilipollas”?



David la mira perplejo. De repente, se levanta de la silla y corre a la cocina.



- ¿A dónde vas, David? Era una broma.



- ¿No tienes ácido por ahí?



- ¿Para qué?



- Para quitarme el tatuaje.



Tamara ríe. David deja de buscar y se acerca a ella para abrazarla.



- Sigo sin comprender cómo te pudo dejar escapar aquella chica,- responde Tamara, abrazada a David.



- Y yo sigo sin comprender cómo no te conocí antes,- y ponen punto final a su conversación con un beso.

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