- ¡Bueno…!,- exclama Ángel nervioso -. ¿Qué tal tu primer día en la mesa?
- Muy nervioso,- sonreía Alberto.
- ¿Y?
- Pero muy bien. Ha sido algo increíble. Sólo que…
- ¿Qué?
- ¿Tan rápido va el cue?
Ángel ríe, más a modo de liberación que como respuesta a la pregunta.
- Para eso tenemos el guión en papel también,- Ángel aparentaba como si se hubiera liberado de un gran peso.
- Ha sido una experiencia indescriptible. En serio. Al principio he de reconocer que estaba muy nervioso y que las cámaras me imponían mucho. No es lo mismo hacer un sketch, que es grabado, que un directo.
- Pero, ¿te ha gustado la experiencia?
- ¿Si me ha gustado? ¡Me ha encantado!
- ¿Repetirías?
- ¡Sin duda!
- Pues vete haciendo a la idea de que lo harás cada semana.
El rostro de Alberto se transforma en asombro. ¿Él? ¿Delante de las cámaras todas las semanas? ¿Y en directo? Empezó a sentirse presionado. En diercto. Delante de una cámara. Siendo visto y escrutado por cientos de miles de personas desde sus casas. Empezó a marearse, pero era un mareo agradable.
- ¿Estás bien, Alber?,- Ángel lo notó todo.
- Sí… sí… Sólo que… No sé si me voy a hacer a la idea de…
- Tranquilo,- le rodea los hombros con su brazo -. Te acostumbrarás. Y no te sientas presionado. Ya ves que Patricia y yo nos solemos confundir bastante con el guión.
- Ya, pero vosotros sois profesionales.
- ¿Profesionales?,- ríe Ángel.
- Sí. Ya habéis tenido experiencias previas. Tú estás haciendo monólogos, y Patricia ya hizo antes “El Informal”. Yo…
- Tú lo harás estupendamente.- Ángel le mira fijamente a los ojos -. Tengo plena confianza en ti.
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