sábado, 21 de mayo de 2011

CAPITULO 27

Alberto estaba en la reunión de guión, como todos los días. Apenas habían pasado unas semanas, y ya se sentía como uno más de esa inmensa familia. Su timidez se había esfumado. Es más, él era prácticamente quien más solía aportar a esa tormenta de ideas que siempre tienen a esas horas.



Tras un par de horas intensas, deciden descansar un momento. Alberto sale a las puertas del edificio. Algunos compañeros también salen. Hablan entre ellos de cosas varias, y alguno aprovecha para encender su primer cigarro del día.



- ¿Qué haces aquí fuera?



Alberto se da la vuelta. Es Ángel.



- Nada en particular, tan sólo estirar las piernas y tomar un poco de aire fresco.



- Y tan fresco. Como que estamos en Noviembre,- ríe -. Anda, entra dentro.



- No, Ángel. Tengo la cabeza muy cargada por la reunión y quiero despejarme un poco.



- Bueno, al menos entra en calor,- y le entrega un vaso.



Alberto lo toma entre sus manos. El calor que desprendía el café de su interior le reanimó el sentido del tacto. Dio un sorbo. Notó al momento cómo recorría aquel líquido todo su cuerpo. Notaba cómo caía por su garganta, cómo llegaba a su estómago, cómo ese calor invadía su pecho y su inconfundible aroma llegaba hasta su nariz. Sus mejillas delataban que el café estaba haciendo efecto.



- Alberto,- Ángel tenía un tono de voz entre tímido y nervioso -. Quiero decirte una cosa…



Alberto le mira, incrédulo.



- He pensado una cosa y… me gustaría que me dieras tu opinión, a ver qué te parece…



- ¿Ocurre algo, Ángel?



- No… No es nada… Tan sólo que…



Era la primera vez que Alberto veía a Ángel tan cohibido.



- Dime.



- Verás…

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