- ¿A dónde vas?
Fátima se vuelve a su amiga. No soporta mirarla a los ojos, agacha la cabeza y sale de la habitación. Tamara sale tras ella.
- ¿Qué te pasa?,- le dice alcanzándola ya fuera de la habitación. Fátima se vuelve -. ¿Por qué lloras, cariño?,- Fátima no consigue hablar. Tamara la abraza fraternalmente -. Sé que han sido unos meses muy duros para ti, pero Ángel ya está recuperado.
- No… no es por eso…,- Fátima tartamudeaba por el sollozo -. Bueno, sí… pero no.
- Como no te expliques mejor…
- ¿Recuerdas cuando Ángel y yo lo dejamos?
- ¿Por qué te ha dado ahora por pensar en eso?
- Dí. ¿Te acuerdas?
- Sí, sí, claro que me acuerdo. Pero…
- Entonces te acuerdas que fue por una tercera persona…
- Dani.
- Sí… Pero no era Dani…
- ¿Cómo?,- Tamara se queda inmóvil, fría -. Bueno, en el fondo sabíamos todos que no era verdad, pero era mejor pensar que era con Dani que con cualquiera, ¿no?
- Pues acabo de descubrir quién era el otro.
- ¿Lo has descubierto? Quiero decir, ¿te lo ha dicho él?,- Fátima afirmaba con la cabeza -. ¿Y quién es? Mejor no me lo digas. Bueno… Sí… No. ¡Ay, no sé!
- ¿Estás bien, Fátima?
Las dos amigas se vuelven a la puerta. Gloria y Alberto salían.
- Sí, está bien,- responde Tamara -. Tan sólo que no puede reprimirse las lágrimas de alegría de la recuperación de Ángel. ¿A que sí?,- al pronunciar la pregunta, Tamara se vuelve hacia Fátima. Ésta está con la mirada fija en la pareja. Tamara mira a su amiga extrañada, se vuelve a Gloria y Alberto y otra vez a Fátima. De repente, abre los ojos y la boca de par en par. Comprende. Señala disimuladamente a sus amigos al tiempo que dibuja con sus labios un muy remarcado “no me digas que…”. Tamara se vuelve a Gloria -. No me esperaba esto de ti, Glo.
- ¿A qué te refieres?,- pregunta Gloria, asustada.
- No, Tamara… Ella no…,- y señala a Alberto con la mirada. Tamara ya no cabía más en sí de la sorpresa.
- ¿Él?,- grita asombrada.
Alberto y Gloria no comprendían, pero al poco Alberto se calma.
- ¿Te lo ha dicho entonces?,- Fátima afirma tímida con el rostro -. Fátima, quiero que sepas que yo no he tenido nada que ver. Fue él siempre el que estuvo detrás de mí todo este tiempo…
- Tranquilo, Alberto,- le interrumpe Fátima -. Ángel ya me lo ha contado todo.
- ¿Y qué piensas hacer?
-Irme a casa.
- ¿Irte a casa?,- preguntan sorprendidos los tres. Fátima entra de nuevo en la habitación. Ve a Ángel, quien había vuelto a ser el mismo de siempre, de risas con sus amigos. Mira a Ángel, quien sostiene su mirada en la de ella.
- Voy a recogerla un poco, que a Ángel ya mañana le dan el alta,- y sale del cuarto no sin antes intercambiarse unas pícaras sonrisas con Ángel.
- Te quiero,- gesticula Ángel justo antes de sonreír.
FIN