sábado, 14 de mayo de 2011

CAPITULO 24

- ¿Qué haces ahí como pasmarote?
Alberto reacciona. Gloria le ha descubierto espiándola desde la puerta de la cocina. Estaba tan absorto recordando la noche anterior que no se dio cuenta de que ella le había visto.

- ¿Quieres desayunar? Tengo leche en la nevera y hay café en la cafetera.

Alberto entra en la cocina, intentando ocultar cierta sonrisa con la cabeza gacha. Se prepara una taza de café y se sienta a la mesa, delante de Gloria. La mira absorto mientras ella toma otro sorbo de su taza.

- ¿Por qué me miras así?,- Gloria se sentía un poco incómoda, pero la gustaba. Alberto notaba el rubor que la invadía las mejillas.

- Estaba recordando anoche,- le responde sin apartar su mirada de ella.

- Perdón,- contesta Gloria, con la cabeza gacha. La vergüenza la impedía devolverle la mirada -. No sé qué me pasó anoche. Fue sin pensar…

- Y eso es lo que me gusta de ti,- responde mientras busca con su mano la de Gloria encima de la mesa.

Gloria levanta la mirada, mostrando una mueca de estupor. Ve la mano de Alberto en contacto con la suya. Un sudor frío empezó a recorrer su espalda.

- Toda mi vida prioricé la lógica sobre el amor. Creía que se basaba en planes preconcebidos, pero veo que me equivocaba. Por eso tenía tan poca suerte. Porque no hay que pensar nada, hay que dejarse llevar por los sentimientos. ¡Quién sabe! Si anoche no nos hubiésemos lanzado en aquel primer beso… Si hubiera sido más lanzado en mi vida amorosa, lo mismo nunca nos hubiésemos conocido. Y ya sé que anoche, tras nuestra “aventura”, me retiré. Y es que era porque nos acabábamos de conocer. Pero ahora me gustaría repetirlo, porque esta mañana soy otro Alberto. Uno más lanzado, más visceral. El Alberto que conociste anoche, ese Alberto tímido, negado en el amor, y lógico, ha muerto. Bueno, más que morir, se ha transformado en otro Alberto más extrovertido y aventurero. Se ha transformado en mí. Y este nuevo Alberto te quiere invitar al cine esta tarde. ¿Qué te parece? Eso es algo que nunca habría hecho el Alberto de ayer. ¿Qué me dices? ¿Te atreves?

Gloria le mira extrañada. La verdad es que Alberto le llamó bastante la atención al primer instante en que se conocieron, en el descansillo de la escalera, mientras subía el sofá. Sofá, por cierto, al que efectivamente tuvieron que cortar por la mitad los bomberos, pero que las chicas pudieron reformarlo, transformándolo en dos pequeños sofás.

Gloria le mira a los ojos. Finalmente, asiente. Alberto sonríe, victorioso y excitado. Se levanta y la besa brevemente. Los dos vuelven a sus tazas, sonrientes y sonrojados.

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