miércoles, 1 de junio de 2011

CAPITULO 35

Alberto y Gloria sonreían divertidos. Tamara les respondía con una mirada asesina.



- No te preocupes, Tamara,- responde David -. Lo necesitada. Ya me tocaba ducharme.



David estaba en casa con ellos. Vestía un pijama que Alberto le había prestado. David seguía frotándose la cabeza. Los cabellos alborotados le hacían parecer más atractivo de lo que realmente era. O así pensaba Tamara. No sabía por qué, pero era así. Ella le ayudaba a secarse.



- Malditos vecinos…,- murmuraba Tamara -. Mañana les armaré una buena.



- Tranquila, no hagas nada,- responde David -. Aunque, a decir verdad, tus vecinos tienen razón. No son horas de rondar a nadie,- sonríe -. Me merezco este chapuzón. Por cierto Alberto, gracias por prestarme la ropa. Mañana te la devuelvo.



- No hace falta,- contesta Alberto, sin dar importancia al asunto -. Te lo puedes quedar si quieres. De todas maneras, no tenía pensado usar pijama estos días…,- y mira picante a Gloria, quien se sonroja.



- Ahora que lo dices…,- David mira a Tamara -. A lo mejor te lo devuelvo esta noche…,- Tamara agacha la cabeza, sonrojada.



- Por cierto, David,- Gloria les interrumpe -. ¿Qué era eso que le querías preguntar a Tamara?,- la sonrisa pícara de Gloria se contrapone con otra mirada de basilisco de su amiga.



- Gloria, creo que es mejor que les dejemos solos,- Alberto intenta llevarse a su novia del salón.



- Pero yo quiero saber qué…



- Creo que es mejor que estén los dos solos y tranquilos, sin que nadie se meta,- Alberto logra, a duras penas, llevarse a Gloria fuera.



Cuando Alberto cierra la puerta, David mira a Tamara, la cual vuelve a bajar su mirada, tímida.



- Tamara…,- le dice David -. ¿Qué me contestas?



- ¿Sobre qué?,- la timidez de Tamara la hacía hablar en un hilo de voz.



- Sobre lo de antes.



- Pues… ¿Cuál era la pregunta?



- ¡Tamara!,- ríe David -. ¿No me digas que no lo has pillado?



Tamara vuelve el rostro, avergonzada.



- No te pongas así, cariño,- le vuelve el rostro para mirarle a los ojos -. Además, lo sabes perfectamente…,- le susurra.



- Pero, ¿cuál es la pregunta? A ver si voy a contestar lo que no es…



David la mira fijamente a los ojos. Brillaban de una manera tan feérica, casi mágica. Parecieran casi de cristal. David sonreía condescendiente. Tamara estaba muy nerviosa, sabía de lo que hablaba David, pero tenía miedo, sin saber por qué, pero esa sonrisa la tranquilizaba mucho.



- ¿Quieres casarte conmigo?

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