sábado, 4 de junio de 2011

CAPITULO 36

Fátima estaba en el baño, sentada, tapando su rostro gacho con sus manos. Al levantarlo, se ve reflejada en el espejo del lavabo. Su vidriosa mirada se clavaba cada vez más en su alma.



- ¿Por qué a mí?,- se repetía a sí misma -. ¿Por qué a mí?



Finalmente, se incorpora, se adelanta al lavabo, abre el grifo y se refresca la cara. Tras dos lavados, se apoya en el lavabo, cabizbaja. Al poco, vuelve a mirarse en el espejo. Se quedó absorta observando su reflejo, como si la respuesta a su anterior pregunta estuviera oculta en esa imagen. Pero esa búsqueda se vio interrumpida por una característica música. Fátima observa su móvil, sonando y vibrando a su lado. No reacciona, tan sólo lo observa. Mira el número de la pantalla. No se atreve a contestar, pero su brazo se adelanta hasta el teléfono, lo toma y se lo acerca al rostro, no sin antes limpiárselo con las manos.



- ¿Sí?,- su voz apenas sale de su garganta.



- ¡Fati!,- la voz jovial de Gloria contrastaba en demasía con ella -. ¡Tengo una gran noticia que darte!



- ¿Dime?,- Fátima finge sonreír, aun sabiendo que no la ven.



- Es que es muy fuerte… ¡Es Tamara!



- ¿Qué la pasa?



- ¡Que David la ha propuesto matrimonio! ¡Que se nos casa, Fati! ¡Que se nos casa!



Fátima no evita sollozar.



- ¿A que es precioso?,- la voz de Gloria también comienza a fallar por la emoción.



- Sí, muy bonito,- las lágrimas conquistan el alma de Fátima.



- No llores, Fati. Que luego lloro yo, y nos vamos a pasar así toda la noche,- Gloria tampoco podía fingir más -. ¿Fátima? ¿Sigues ahí?



Fátima no podía seguir hablando. Era demasiado para ella. Aquella noticia había conseguirlo deshacerla por completo y desarmarla ante el exterior.



- ¿Fátima?,- Gloria había olvidado ya la noticia de la boda de su amiga -. ¿Te pasa algo?



- No, no es nada…,- Fátima intentaba por todos los medios evitar que la descubrieran, pero era imposible.



- Cuéntamelo,- Gloria se había vuelto seria de repente.



- Verás… Es que…,- una lágrima volvió a asomar por sus ojos -. Gloria. Es Ángel.



- ¿Qué le pasa?



- No me ha tocado.



- ¿Cómo? No te entiendo. ¿A qué te refieres?



- Pues eso. Que durante estas semanas que llevamos de vacaciones no me ha tocado ni un pelo. ¿Crees que ya no le gusto?



- ¡Estás tonta! ¿Cómo no le vas a gustar?,- Fátima hace un amago de sonrisa -. Fátima. Escucha lo que te digo. Si yo fuera lesbiana (que no lo soy), estaría contigo siempre y no te dejaría sola ni un momento. Si Ángel no te hace caso, pero para él. ¡Que le den! Eso es que no te merece. El mar está lleno de peces. No te conformes con una sardina.



- ¿Crees que porque estemos tanto tiempo juntos, ya no me arreglo tanto y me ve fea?,- Fátima se miraba en el espejo, asqueada.



- Si Ángel te ve fea es porque necesita gafas,- Fátima consigue sonreír plenamente -. Oye, ¿no estará ahí contigo, verdad?



- No. Está en la cama. Yo me he metido en el baño.



- Pues sal de ahí y vete con tu hombre. Y si ahora se te insinúa, le pagas con su misma moneda.



- Eres muy mala, Gloria,- sonríe Fátima.



- Nadie le hace daño a mi amiga,- respondo Gloria -. Y si cuando volváis, seguís igual, le diré a mi Alberto que hable con él.

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