viernes, 10 de junio de 2011

CAPITULO 40

- ¿Dónde están?



Alberto y Gloria trataban de buscar algo, pero entre tanta gente era imposible.



- Ya verás cómo al final han llegado antes,- el tono recriminatorio de Alberto la hizo volverse.



- Encima eso, tú échame la culpa.



- Hace más de una hora que yo ya estaba listo, pero como aquí la señorita tarda tres horas en arreglarse… Bueno, y eso que sólo es para venir aquí, que si se tratara de una cena o algo elegante…



- Déjame,- Gloria vuelve a su búsqueda.



- ¿Ya han llegado?



Aquella voz les hizo volverse. Támara y David llegaban junto a ellos, jadeantes.



- Perdonad el retraso,- la falta de aire hacía hablar a David a trompicones -, pero nos ha surgido algo a última hora que…



- No pongáis excusas,- responde Alberto -. Si ya sabemos que aún sois como recién casados.



Tamara y David se miran, sonrojados y avergonzados.



- ¡Ahí! ¡Ahí están!,- exclamaba Gloria, excitada, mientras agita su brazo por encima de su cabeza. De entre toda aquella muchedumbre, aparece Fátima, corriendo, para fusionarse en un gran abrazo con sus amigas. Igualmente, Ángel saluda a Alberto y a David, al cual saluda más afectuosamente.



- Que ya me han contado que tú y Tamara…,- sonríe maliciosamente. David agacha la cabeza, tímido.



- Sí… Bueno…,- trata de explicarse -. Fue un arrebato… Por cierto, a ver si vosotros me imitáis, ¿eh?,- ahora son los otros dos los que se sonrojan.



- Yo es que soy muy joven para pensar en ello,- se excusa Alberto.



- Y yo muy viejo,- ríe Ángel.



- ¡Bueno…!,- exclama Gloria -. Y dinos, Fati, ¿qué tal las vacaciones?



- ¡Muy bien!



- ¿De verdad?,- la pregunta de Gloria dejaba entrever otros asuntos.



- Sí, de verdad.



Pero Gloria no estaba contenta con esa respuesta. El tono de voz y el gesto de la cara de su amiga no concordaban.

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