sábado, 11 de junio de 2011

CAPITULO 41

- Ya era hora de que vinierais,- ríe Alberto.



Los chicos habían ido a un bar esa noche para celebrar la llegada de Ángel. Alberto y David se estaban divirtiendo, pero Ángel estaba más serio.



- ¿Por qué lo dices?,- Ángel no apartaba la mirada de su botella de cerveza. Estaba apoyado en la barra, jugueteando sin ganas con la botella.



- Hombre, porque ahora me toca a mí cogerme vacaciones,- ríe Alberto. Al notar a su amigo apático, le pone una mano en el hombro -. Ángel, ¿y esa cara? ¿Te pasa algo?



- No, nada…



- Fátima, que te conozco como si fueses mi hermana.



Gloria, Fátima y Tamara estaban en casa. Así lo quiso Gloria. Sabía que a su amiga la pasaba algo y cuando los chicos decidieron salir esa noche, llegó su oportunidad de hablar con su amiga.



- De verdad, no me pasa nada,- la falsa alegría con la que trataba de disimular la tristeza de sus ojos la delató.



- ¿Es por Ángel?,- la mira a los ojos -. ¿No lo arreglásteis?



- Sí. Sí lo arreglamos,- una lágrima a punto estuvo de salir de sus ojos.



- Pero veo que no como lo esperabais…



Fátima hace una mueca que vagamente recordaba a una sonrisa.



- Pero, ¿qué me dices?,- David no se creía lo que su amigo le estaba contando.



- Que sí, que Fátima y yo lo hemos dejado,- Ángel seguía sin poder apartar la mirada de la cerveza, porque no soportaba mirar a sus amigos a los ojos. Se sentía sucio y despreciable.



- ¿Por qué?



- Es… una larga historia,- Ángel les da la espalda para que sus amigos no lo vean llorar.



- Cuéntanosla,- Alberto puso su mano sobre el hombro de Ángel. Éste notaba la comprensión de aquel gesto y, limpiándose la lágrima que recorría su rostro, se vuelve.



- Veréis…,- Fátima toma aire, más para no sufrir un ataque de ansiedad que para armarse de valor -. ¿Te acuerdas cuando hablamos por teléfono de cuando Tamara y David se iban a casar?,- Gloria afirma con la cabeza, todavía con el asombro en su mirada -. Te dije que Ángel llevaba tiempo sin tocarme… Bueno, pues a los pocos días volvió a ser él,- Fátima sonríe, sonrojada -. Pero seguía sintiéndole raro. Entonces se lo pregunté. Le dije que qué le pasaba, que llevaba todas las vacaciones raro, como ausente…



- La dije que era por el estrés del programa y eso,- Ángel se explicaba, pero con la mirada al suelo -. Que en unos días volvería a ser el de siempre, pero era mentira. Ella lo sabía, pero nunca me preguntó directamente. Y yo no quería decirla la verdad. No quería romperla el corazón. Es una chica muy guapa, simpática… Si ella llegara a sufrir por mi culpa, jamás me lo perdonaré. Pero al final se lo tuve que decir. Era mejor que supiera la verdad a tener que engañarla a ella… y a mí.



- Ángel me confesó que estaba enamorado de otra persona…,- una lágrima asoma por los vidriosos ojos de la sevillana.



- ¿Cómo?,- Gloria y Tamara no salían de su asombro.



- Como pille al enano ese…,- Tamara se volvió, enfurecida.



- Tamara, tranquila,- Fátima la calma -. Lo hablamos los dos y decidimos darnos un tiempo. Eso sí, Ángel fue muy tierno conmigo en ese momento…,- sonríe.



- La dije que era la chica más guapa que conocí y que, si no íbamos a ser pareja, que podríamos ser amigos. Y que si algo o alguien la tratara igual o peor que yo ahora, que me lo dijera, que se iban a enterar.



- Pero, ¿quién es la otra persona?,- Alberto le pregunta, curioso. Ángel le mira fijamente a los ojos.



- No es el momento,- susurra Ángel.



- Bueno,- David les interrumpe -. Olvidemos esto, por ahora. ¿No habíamos salido para divertirnos? ¡Pues hagámoslo! Mañana podemos seguir hablando más tranquilamente, que este no el sitio y el momento. ¡Jefe, otras tres cervezas más!



Alberto le rodea por los hombros.



- Ángel, quiero que sepas que nosotros estaremos siempre aquí, y si quieres hablar, nos puedes llamar cuando quieras, sean las diez de la mañana, las cinco de la tarde o las tres de la madrugada. Nosotros estamos abiertos 24 horas para ti,- Ángel contesta con una amarga sonrisa.



- Gracias, Alberto.

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