miércoles, 28 de septiembre de 2011

CAPITULO 74

Ángel llevaba bastante rato en casa, a oscuras. Miraba a la televisión, apagada. Desde que montó en el coche, hace una hora, saliendo de la productora, no había dejado de pensar en aquellos cinco años que pasó en el programa. Las risas dentro y fuera del plató, las jaquecas a la hora de escribir un guión que siempre se le resistía, las noches que pasaba junto a sus amigos tomando una cerveza y charlando de todo un poco, y los fans. ¡Ah, los fans! Aquellos chavales que se quedaban todo un día a las puertas del edificio sólo para hacerse una foto con él y conseguir un autógrafo. Daba igual si fuera hacía cuarenta grados a la sombra, había una capa de medio metro de nieve cubriendo la calle o llovía como si fuese el Diluvio. Siempre estaban ahí, esperando, ansiosos y rezumando ilusión y alegría por todos los poros de sus cuerpos, y cuando él aparecía por la puerta, un enjambre de gritos histéricos le llamaba la atención. Con esa tímida sonrisa tan característica en él les respondía y trataba de complacerles a todos. Le hubiera gustado quedarse un rato hablando con aquel pequeño grupo que se quedó con él hasta que se fue, pero no le apetecía nada. Justo en ese momento, no le apetecía. Lo que quería era irse a casa, a pensar en todo lo que acababa de hacer, en hacerse a la idea de que el lunes siguiente no tendría que madrugar y vería el programa por la televisión, como ha estado haciendo todos los viernes.



- ¿Se puede saber en qué piensas?



Ángel sale de su estado de shock. La mirada tierna y maternal de Fátima le devuelve la sonrisa.



- Estaba pensando en todos estos cinco años…,- responde tratando de ocultar el tono quebradizo de su voz.



- Si tan triste estás por dejar el programa, ¿por qué no vas mañana y dices que vuelves?



Ángel niega con su cabeza.



- Imposible. Me lo he estado planteando durante meses, y ya les dije que lo dejaba. Fue muy difícil,. Pero ya está hecho. No puedo volver y decirles: “Oye, que era coña”. No. Ya he entregado mi carta de renuncia y todo. No hay marcha atrás.



Fátima le abraza.



- Y ahora, ¿qué vas a hacer?



- Disfrutar de la vida,- responde tras besar la frente de Fátima.



- ¿Sabes qué?,- pregunta Fátima, sonriendo -. Que no es bueno que te quedes aquí lamentándote y consumiéndote recordando el pasado.- Fátima se levanta y toma a Ángel del brazo, forzándolo a levantarse igualmente.



- ¿Qué haces?,- le pregunta, hastiado.



- Hace buen tiempo, ¿por qué no damos un paseo?



- ¿Te has vuelto loca?,- le dice mientras es llevado a la puerta, resignado -. ¿Buen tiempo, una noche de pleno enero?



Fátima contesta con una dulce risilla mientras toma el abrigo y las llaves y salen de casa a la calle.


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