sábado, 24 de septiembre de 2011

CAPITULO 72

- Hola Ángel…,- aquella tímida voz hizo que se le volcara el corazón.



- ¡Fátima!,- exclama Ángel, ojiplático -. ¿Qué haces aquí?



Fátima trataba de retener su tristeza, recordando viejos tiempos y tomando conciencia de los últimos meses.



- La verdad…. No lo sé.



Fátima se da la vuelta para irse, pero Ángel reacciona a tiempo para retenerla tomándola de un brazo y haciéndola volverse de nuevo. Una lágrima comenzó su odisea por el rostro de ella. Ángel pasa su pulgar gentilmente para hacerlo desaparecer. La mira bondadoso. Fátima no soporta fijar sus ojos en él.



- Fátima,- le dice suavemente -. Mírame.



Fátima duda, pero Ángel la ayuda poniendo su mano bajo su barbilla. Se miran a los ojos.



- Después de todo el daño que te he hecho, después de todo este tiempo, sigues pensando en mí, ¿no es eso?,- los brillantes ojos de Fátima responden por ella -. A pesar de haberte confirmado que estuve con otra persona, sigues enamorada de mí. Y yo de ti,- el rostro de ella muestra una enorme sorpresa -. No sé qué me pudo pasar. No sé por qué hice aquello, por qué te dije todo eso. Además, he pasado los mejores meses de mi vida a tu lado, y desde que lo dejamos, no he podido dejar de pensar en ti, en el daño que te he estado haciendo desde entonces, alejándote de mí. Y quiero que sepas que, si me dejas, quiero volver a tu lado. Quiero recuperar el tiempo perdido, quiero volver a vivir aquellos días, aquellas sensaciones que viví a tu lado. Quiero olvidar todos estos últimos momentos… Quiero olvidar.



- Ángel…,- farfulla Fátima -. En verdad sigo enamorada de ti, pero enamorada hasta la médula. Me llegaste tan al fondo de mi ser que ya es muy difícil sacarte de mí. Y es verdad que me hiciste mucho daño cuando me dejaste y me confesaste tu infidelidad, pero había una parte de mí que deseaba que fuese mentira, un sueño y que en de repente aparecieses por la puerta de casa, dándome las buenas tardes como solías haces, besándome tan pasionalmente y preguntándome por mis clases de la universidad. Y no me importa ya esa tercera persona… porque ya sé quién es,- Ángel muestra cierto temor en su faz -, y lo comprendo. Comprendo que hayas caído en sus brazos, porque son muchos años… y el roce hace el cariño… y la tele…



- ¿Sabes… sabes quién era?



- Sí…,- sonríe tratando de disimular otra lágrima -. Dani. Esos sketches, esas escenas y esos guiones… Era normal que tarde o temprano se volviera realidad, aunque fuera por unos días.



- Yo te prometo que ya pasó. Fue sólo una etapa, y que lo que quiero es volver contigo.



- No sé, Ángel…



- ¿ Cómo que no?,- Ángel se enoja, pero al momento se tranquiliza -. Ya. Comprendo,- agacha la cabeza mientras se da la vuelta para irse.



- Ángel,- sigue hablando Fátima, sin moverse del lugar -. Me has causado mucho daño, y tengo miedo de que destroces por completo mi maltrecho corazón.



Ángel se vuelve de repente.



- Fátima. Te juro por lo más sagrado que nunca jamás volverá a pasar,- se acerca a ella y, mirándola fijamente a los ojos, susurra -. Nunca jamás,- para sellar la frase con un profundo beso en los labios.

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