- ¿Cómo que lo dejas… para siempre?,- Alberto estaba helado -. No puedes dejarlo. ¡Eres el alma del programa!
- Por favor, déjalo. Acabo de tener la misma conversación con Dani y… mira cómo hemos terminado.
- Pero, ¿por qué lo dejas?
- No… no lo voy a contar. Es algo muy personal. Compréndelo.
De repente, Alberto siente cómo le golpea un recuerdo.
- ¿Tiene que ver con librar los viernes?
- ¿Cómo?,- Ángel le mira extrañado.
- Verás… Este viernes Gloria y yo aprovechamos para salir a dar un paseo… y me pareció ver que… Bueno, no creo que sea verdad, pero te lo digo para salir de dudas…
- Alberto…
- Digo que me pareció verte salir de un edificio… Pero no creo que fueras tú, porque estabas en Barcelona…
- Alberto, no sigas por ahí,- Ángel se aleja de él, con cierto enojo.
- Ángel, dímelo. ¿Eras o no eras tú?
- No quiero discutir tampoco contigo, ¿vale?,- el tono de voz de Ángel se endurecía por momentos.
- Pero Ángel…,- Ángel se vuelve hacia él. Avanza decidido, crepitando su puño. Se queda unos segundos mirando fijamente a Alberto. Su mirada echaba chispas y comenzaba a inyectarse en sangre. Entonces Ángel se da la vuelta y sale apresuradamente del despacho. Alberto, tras unos instantes inmóvil, le sigue hasta llegar a los aseos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario