viernes, 2 de septiembre de 2011

CAPITULO 63


El sol cubría de naranjas y rojos el atardecer madrileño. La hojarasca otoñal engalanaba de agradable tristeza la calle. Una joven pareja planta cara a la fresca brisa que los acompaña. Las mejillas de ella se cubren de un rosáceo rubor. Él se quita galantemente su chaqueta y se la pone sobre los hombros de ella. Ella lo agradece con una tímida sonrisa.



- ¿Y tú?,- le pregunta -. Cogerás frío.



- No te preocupes. Si me resfrío, ya sé quién será mi enfermera,- y los dos sonríen tontamente.



Siguen paseando, cogidos de las manos. De repente, Alberto se detiene, hace volverse a Gloria, la abraza por la cintura y la acerca a su rostro, a pocos centímetros de su boca.



- ¿Qué haces?,- pregunta ella, sorprendida.



Alberto no contesta, tan sólo la mira fijamente a los ojos. Se acerca lentamente a sus labios. Gloria siente el cálido hálito de su acompañante. Alberto cierra los ojos. Gloria le imita. Ya notaba cómo rozaban sus labios con los suyos.



- ¿Alberto? ¿Alberto Casado?,- aquel grito despertó a Gloria. Veía a Alberto visiblemente decepcionado y enfadado.



- Perdona un segundo, Glo…,- le susurra mientras la suelta para volverse a un par de chicas que venían corriendo hacia ellos. Alberto, con una sonrisa tímida en el rostro, firma en varios cuadernos mientras las dos chicas ríen nerviosas.



- Gloria, perdona, de verdad…,- responde Alberto, cuando ya las dos muchachas han sido idas -. Comprende que ahora, cada vez que salga a la calle, va a pasar esto día sí y día también…,- Gloria no responde. Camina cabizbaja -. ¿Estás enfadada?



- No…,- murmura. Alberto se vuelve a detener, toma a Gloria nuevamente por la cintura y se acerca a su rostro.



- ¿Por dónde íbamos antes de que nos interrumpieran…? Ah, sí… Ya me acuerdo…,- y Alberto consigue finalmente sellar el momento con aquel esperado beso -. ¿Ya se te ha pasado el cabreo?,- murmura. Gloria dibuja una sonrisa en su rostro.



- Pues… no te creas,- responde Gloria -. Tendrás que pensar en algo mejor para que te perdone.- Gloria arquea una ceja. Alberto sonríe. Alberto vuelve a acercarse a su rostro, pero en el momento preciso del beso, se detiene y mira detrás de Gloria.



- No puede ser…

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