jueves, 15 de septiembre de 2011

CAPITULO 67

Y volvió el inicio de la semana. Volvió el lunes, un lunes que Alberto desea que no llegara nunca… pero que ansiaba que llegara ya. No quería que llegara porque se tendría que encontrar con Ángel, pero quería que llegara cuanto antes para poder hablar con él. Inconscientemente, hacía lento su paso a medida que se acercaba a la puerta principal del edificio. Sabía que Ángel ya estaba dentro, porque vio el coche en el aparcamiento. Su corazón, desde ese instante, comenzó un alocado galope tratando de salir de su pecho. Por cada paso que daba, su corazón se agitaba más y más. Finalmente llegó a la sala. Sin saber por qué, empezó a rezar para no encontrarse con Ángel, pero un alboroto le llama la atención. Provenía del despacho de Ángel y Dani. Y ahí estaban los dos. Se podía apreciar, tanto por los inmensos vidrios que los emparedaban como por las voces que estaban discutiendo muy acaloradamente.



- ¿Qué les pasa?,- pregunta Alberto a Galindo.



- No lo sé. Llevan desde que han llegado así. Ha sido entrar los dos y comenzar a discutir. Nunca antes le había visto así,- Alberto avanzó hacia la puerta, pero Galindo le detiene -. ¿A dónde vas?



- A saber qué les pasa.



- Es mejor no meterse.



- Pero parece que vayan a matarse.



- Mejor que se maten entre ellos a que maten a uno de nosotros por meterse. Además, llevan un rato discutiendo en catalán, y cuando los dos comienzan a hablar en catalán…



Alberto no hace caso de la advertencia y llega hasta la puerta. Justo en ese momento, sale Dani, visiblemente enojado.



- Alberto, háblale tú, que a mí no me quiere hacer caso,- y se aleja farfullando catalanismos malsonantes. Alberto se le queda mirando perplejo. Cuando ve que Dani desaparece tras doblar una esquina, se vuelve a la puerta para, tras unos instantes pensativo e inmóvil, entrar en el despacho.



- ¿Á…Ángel…?,- la voz de Alberto apenas tenía fuerza para salir de su garganta. Ángel estaba de espaldas a él, mirando por la ventana, y apoyado en ella. Alberto avanzaba temeroso. Ángel no se movía -. ¿Ángel…?,- Ángel vuelve el rostro. Estaba llorando -. ¿Qué ha pasado? Se os oía por toda la redacción,- Ángel responde volviéndose de nuevo hacia la ventana. Alberto cierra la puerta y acude al lado de Ángel. Seguía sollozando, mirando a través del cristal. Alberto posa su mano en la espalda de su amigo.



- Alberto… Dejo el programa.



- ¿Otra vez? Quiero decir, ¿ahora lo dejas los lunes o los jueves?



- No,- Ángel le mira a los ojos -. Lo dejo para siempre.


No hay comentarios:

Publicar un comentario