lunes, 11 de abril de 2011

CAPITULO 13

- Deberías sentirte afortunado.

Alberto no dejaba de pensar en esa frase que David le dijo aquella mañana. En verdad había tenido mucha suerte en que Ángel Martín fuera su tutor y mentor en Globomedia. Le podía haber tocado Dani, David, Pepe, o cualquier otro guionista del equipo. ¡Y vete tú a saber si le hubieran tratado igual de bien que Ángel! En verdad se llamaba Ángel: le veía como su ángel de la guarda, como su protector. Se sentía señalado por Dios. Si Ángel era su tutor, puede que acabe siendo tan grande como él. Ya empezaba a ver como un gran guionista, como una mente rápida y capaz de sacar chistes y sketches de cualquier noticia. Sonreía imaginando recoger premios y más premios en todas las galas posibles: los TP, los ATV, galas de guionistas, premios sobre la televisión... Pero Alberto se torna serio al momento. ¿Qué le estaba pasando? ¡Se estaba endiosando! No, él no era así. Su timidez innata siempre le hizo mantenerse con los pies en la tierra, pero en aquel momento comenzaban en anidar en su ser unos aires de grandeza inmensos. No, no podía ser así. ¡Él no era así! Así que decidió coger su sobretodo, las llaves y salir a dar una vuelta a la calle para enfriar su mente y dejar de pensar en todo aquello.

Cuando apenas había bajado unos pocos escalones, ve un a tres chicas subiendo un inmenso sofá por las escaleras. Le habían cortado el paso. No podía seguir bajando por las escaleras. Cuando se dispone a darse la vuelta para coger el ascensor, oye a las chicas quejarse.

- Ya te dije que no cabía por las escaleras.

- ¿Te quieres callar?,- responde una de ellas, bastante enojada -. Por el ascensor no cabía ni de coña. ¿Por dónde quieres que lo subiéramos?

- Podíamos haber llamado a una empresa de mudanzas... Habrían previsto una grúa o algo.

- Venga, chicas. No discutáis. Retroceded un poco y lo intentamos meter en otro ángulo...

- Imposible. Se ha quedado atascado.

- ¿Cómo que atascado? ¡No puede ser!

- Sí. No hay manera de moverlo. Se ha quedado encallado.

Alberto se había quedado mirando la escena desde la puerta del ascensor. No podía ver a esas tres chicas en apuros sin ayudarlas. Él era demasiado caballeroso. Así que...

- Hola chicas. ¿Os echo una mano?

- ¡Te lo agradeceríamos eternamente!,- responde una de las chicas, ya con su corta melena revuelta por el esfuerzo.

- ¿Qué ocurre?

- Se nos ha quedado encajado este sofá y no hay manera de moverlo.

- Veamos qué podemos hacer...

Alberto observa atentamente cómo está el sofá en aquel rellano de la escalera. Tras unos segundo se desprende de su sobretodo, se sube las mangas del jersey y prueba a mover el sofá de distintas maneras, sin resultado.

- Pues sí... Está bastante bien encajado...

- ¿Y ahora qué hacemos? ¿Traemos también la tele y la vemos en el pasillo?,- pregunta una de las chicas, enojada.

- A mí me da igual dónde veamos la tele. ¡Lo que quiero es que me saquéis de aquí!

Efectivamente, una de las chicas se había quedado atrapada entre el sofá y la pared, sin poder salir.

- ¿Le tenéis mucho cariño al sofá?,- pregunta Alberto, tras unos segundo pensativo.

- ¡Mucho!

- Lástima...

- ¿Por qué?

- Es que la única solución que veo es partirlo por la mitad...

- Oye, si vais a partir el sofá, recordad que yo estoy detrás,- se oye decir a la chica atrapada.

- Oye, ni se te ocurre hacerle nada a este sofá, que hace poco que lo compramos, y nuestro dinerito nos costó.

- Lo siento chicas, pero es lo que veo... Si no me creéis, preguntádselo a los bomberos,- contesta Alberto, enseñando su móvil.

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