martes, 5 de abril de 2011

CAPITULO 9

La cena transcurrió como toda cena de amigos: entre risas y cháchara. Que si Patricia y Berta hablando de unos zapatos que una de ellas vio aquella tarde en un escaparate, que si Dani poniendo caretos raros cuando le sacaban fotos, que si uno de los peluqueros hablando del peinado que le quiere poner a Patricia el próximo programa, que si Ángel comentando con otro guionista algún gag que podría incluir en el programa... Todos hablaban con todos... excepto Alberto. Se sentía como pez fuera del agua. ¿Qué podría hablar él con ellos? Les conoce desde hace apenas 24 horas. ¿Cómo poder llevar una mediocre conversación sin parecer estúpido?

- Alberto...

¿Qué? ¿Cómo? ¿Alguien, de entre esa estirpe de grandes estrellas del humor, le estaba llamando? ¡Rápido! ¡Intenta seguir la conversación! Pero, ¿con qué? ¿Sobre qué? ¡Utiliza el comodín del asentimiento de cabeza!

- Alberto,- era Ángel -. ¿Tú qué opinas?

Alberto responde obedeciendo su voz interior, asintiendo.

- ¿Sí, qué?

De nuevo en blanco.

- Que...,- su voz logró salir de su garganta -. Que... que muy bien... Todo lo que hagáis me parece bien.

- Pero tú también eres guionista. Queremos saber tu opinión,- y varios ojos se le clavaban como puñales afilados.

- Es que... No sé de qué estábais hablando...

Risas.

- Alberto...,- Ángel se abraza por los hombros -. Hablábamos de un sketch que se me acaba de ocurrir para meterlo en el programa. Deja que te lo explique. Se me ha ocurrido una pequeña sección en el programa sobre cosas normales y corrientes. Verás. Es sobre esas pequeñas cosas del día a día que no molan.

- ¿Y tiene título la sección?

Ángel le mira sorprendido. Luego se vuelve a sus compañeros. Todos se quedan mirándose serios. De repente, estallan en carcajadas.

- ¿He... he dicho algo malo?

- ¡No, no!,- Ángel apenas podía hablar por el ataque de risa -. Es que no habíamos caído en ello. No habíamos pensado en el título.

- Pues... Si va a ir de pequeñas cosas que no molan, ¿por qué no lo llamáis así?

Ángel se calma y mira a Alberto.

- Cada vez me gusta más este chico,- responde, abrazando a Alberto por los hombros y volviéndose a sus compañeros.

La velada prosiguió como al comienzo, con la diferencia de que Alberto pudo incorporarse a las conversaciones. Ya se sentía uno más.

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