jueves, 18 de agosto de 2011

CAPITULO 60


-… Y ahora te toca a ti: tienes mi corazón en tus manos. Puedes guardarlo en una cajita y ponerlo a salvo, o puedes apretarlo con todas tus fuerzas y rompérmelo. Tú decides.



Dani le miraba sin expresar el más mínimo ápice de empatía.



- No sé, Ángel… ¿No es muy directo?



- Yo me declaré a mi primera novia así.



- Pero es que…



- ¿Es que qué?



- ¿Y si me dice que no? ¿Y si se ríe de mí?



- ¿Reírse de ti?,- Ángel dibuja una socarrona sonrisa -. ¿Y qué diferencia habría?



- Cabró…,- murmura Dani, también con una tímida sonrisa en sus labios.



- Vamos a ver, Dani… ¿A ti te gusta esa chica?



- ¡Mucho!



- Pues es mejor que la hables así a como lo harías tú.



- ¿Y cómo crees que yo lo haría?,- pregunta Dani, en tono desafiante.



- ¿Qué cómo lo harías tú?,- Ángel remarca su pregunta levantando una ceja y medio sonriendo. Tras prepararse unos instantes, se aclara la garganta con un par de carraspeos y responde, imitando en voz, gestos y palabras a su amigo -. Hola rubia. Ya puedes dejar de buscar, porque al fin me has encontrado.



 Dani ríe



- ¡Yo no soy así!



- ¿Que no? ¿Recuerdas a tu anterior novia?



Dani no responde. Simplemente agacha la cabeza.



- Tampoco es que te pases de romántico, pero la cosa es seguir por esa línea. Que se sientan halagadas, pero no acosadas, así que nada de mandarla todos los días docenas de rosas. Quizá sí una rosa un día, y, al poco, otra, en plan “como no sé si te gustó la rosa que te regalé el otro día, te regalo otra flor”.



- ¿Y si es alérgica?



- Pues dila algo como “no sabía que fueras alérgica, es más, es inconcebible que algo tan perfecto pudiera tener algún defecto”.



Dani entonces toma la mano de su amigo y le hace meter un dedo en su café.



- ¿Qué haces?,- pregunta Ángel, totalmente descolocado.



- ¿Para qué echar azúcar si con un dedo tuyo ya tengo suficiente?



Ángel retira su mano casi de mala manera mientras su amigo ríe.



- No te pases, Dani.



- Ángel…,- murmura Dani, sonriendo. Su amigo le presta atención. Dani, en un arrebato típico de él, le espeta -: ¡Tómame!



Los dos ríen y se van.

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