Llegó el lunes. Alberto entraba por la puerta de Globomedia sonriente y contento. Aquellas vacaciones le habían sentado muy bien, volvía lleno de energía para afrontar el reto diario que supone hacer un programa en directo.
Un sentimiento comenzó a inundar su ser cuando atravesó el umbral de la puerta principal de aquel edificio. Un sentimiento de felicidad y nostalgia. El típico sentimiento de volver a ver a los amigos después de unas vacaciones. Alberto no veía el momento de volver a ponerse al frente del ordenador. Aquel trabajo realmente le gustaba, y se sentía muy cómodo entre sus compañeros. Realmente se respiraba un agradable ambiente ahí dentro.
Se reencontró con sus compañeros, a quienes saludaba afectuosamente. Ellos le preguntaban siempre lo mismo.
- ¿Qué tal las vacaciones?
- Bien, muy bien,- responde siempre con una sonrisa -. He de decir que las necesitaba de veras. He podido descansar y desconectar un poco. Ahora he vuelto con las energías renovadas.
Y efectivamente estaba lleno de energía. Tecleaba sin cesar en su ordenador. Las ideas le llegaban tan rápidamente y tan seguidas que llegó a marearse un par de veces. Las anotaba aparte para luego explayarlas más tranquilamente en el ordenador.
- Alberto,- le llama uno de sus compañeros -. ¿Te importa participar en un sketch? Teníamos planeado que saliera Ángel, pero está ocupado con su guión. ¿Te importa salir tú en su lugar?
- ¿Qué tengo que hacer?
Cuando Alberto se dispone a irse a grabar el sketch, alguien le llama.
- ¡Alberto!
Alberto se vuelve, buscando a su reclamante. Ángel le llama desde la puerta del despacho.
- ¿Puedo hablar contigo un momento?
No hay comentarios:
Publicar un comentario