jueves, 10 de noviembre de 2011

CAPITULO 86

- ¿Me estáis diciendo,- Ángel hablaba pausadamente, como tomando conciencia de cada palabra que iba a decir -, que llevo seis meses en coma?,- todos le miraban tristes -. ¡Venga ya!

- ¿Cuánto crees que llevas aquí?

- No sé… ¿Un par de días?

Miki le tira algo al regazo. Ángel se lo queda mirando unos instantes para luego cogerlo, entre nervioso y asustado. Era un periódico. Efectivamente, la fecha que indicaba era de seis meses después.

- Esto no significa nada,- responde tratando de no darle importancia -. Lo podéis haber hecho en la redacción…

- ¿Y esto también lo hemos hecho en la redacción?,- pregunta Patricia, adelantándose hacia su amigo y tirando de su rostro con fuerza. Ángel se queja mientras mira a su compañera como un basilisco. Al poco, sus ojos se abren de par en par. Ángel se palpa el rostro.

- Un espejo…,- murmura -. ¡Un espejo!

Berta hurga en su bolso y le tiende un pequeño espejo. Ángel lo toma y se mira desesperado. Sus ojos se desorbitan más aun mientras observa su reflejo desde todos los ángulos posibles.

- Es verdad…,- murmura para sí -. Esto… Esto no es de dos días…,- Ángel baja el espejo y les mira a todos, triste -. Así que es verdad… Se ha acabado… Y para siempre… Lo siento mucho, chicos. Me siento tan culpable…

- ¿Por qué?

- Por dejaros en la estacada. Tenía que haberme quedado hasta el final con vosotros… Nunca me lo perdonaré…,- baja el rostro.

- Ángel,- Dani se acerca a él -. No fue culpa tuya, ¿vale? Hiciste lo que tenías que hacer. Tu marcha no tiene nada que ver con que acabara el programa, ¿de acuerdo? Fue tu decisión y la respetamos, aunque nos jodiera en el alma.

- Pero, ¿harán algo?

Dani niega con la cabeza.

- Pero mira el lado bueno: por fin tendremos todos esas vacaciones que tanto anhelábamos,- Dani sonríe amargamente.

- Pero…

-Ángel,- la voz de Ricardo calmó el ambiente -. O te recuperas pronto o yo mismo haré que ocupes esa cama otros seis meses. ¡Que no puedo hacerme yo solo con el musical!,- Ángel sonríe, liberándose un poco de aquel pesar. Al bajar de nuevo el rostro, tratando de ocultar esa sonrisa, se vuelve a mirar en el espejo. Lo levanta y se observa detenidamente en el reflejo.

- Pues la verdad… es que no me queda nada mal la barba. Lo mismo me la dejo un tiempo…

Fátima se aleja.

- ¿A dónde vas?,- le pregunta Tamara.

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